¡Sale campeón! ¡Sale campeón! grita la multitud una tarde cualquiera en un lugar donde pronto habrá una fiesta. Una bandera inmensa cubre las cabezas, se mueve con fuerza y esperanza como vibran los corazones, y va cayendo y cayendo hasta el final como las diferencias de sexo, edad, estrato social, etc. Van cayendo y cayendo hasta que quedan en el piso. Un susurro suave toca las cabezas. Una sola voz grita:¡vamos! ¡vamos!. Papeles de colores, pancartas, humos casi irrespirables; pero no importa, nada importa cuando se trata de alentar a su equipo. Un estadio: el escenario. Una gran porción de territorio que congrega a miles de personas en todas partes alrededor del mundo y Perú no puede ser la excepción. Lima también tiene esos espacios para las personas que pueden dejar todo en la tribuna. Que son hinchas que con dos colores dan contexto a toda una vida. Los estadios son, además, el lugar que les permite gritar a toda voz un retumbar de un balón sobre una tenue malla al extremo de la dimensión magnifica del campo verde.
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