Luego del 3 de octubre, día recargado de sorpresas y emociones, la política debe continuar. Y esto ha dejado más de una enseñanza para los futuros comicios electorales regionales y distritales, sobre todo para los primerizos.
Desde hace algún tiempo la campaña mediática fue muy insistente en el voto informado. “Tu voto es importante, infórmate antes de votar” pero muchas personas hicieron caso omiso. Era de esperarse, por idiosincrasia, que los limeños por lo menos, esperarían la última hora para decidir su voto.
Básicamente, las personas a votar pensaban que tenían solo dos opciones debido a las insistentes encuestas a lo largo del periodo de campaña. Por un lado una mujer con una extensa carrera política, algunos fracasos en épocas pasadas y mucho personal a su mando, por el otro a una mujer que más identificada con los jóvenes, con un moderno socialismo que promete igualdad para los habitantes de la ciudad capital y con una manera más sencilla de llevar la campaña, lo que hizo la más accesible para la juventud. Pero ellas no eran la única opción, hubieron candidatos de igual o mejor proyecciones para el futuro de una ciudad que promete, sea cual fuere el ganador, una modernidad a la altura del siglo XXI. Pero las personas solo conocían y daban por validos a dos.
¿Y dónde quedaron los principios de la democracia?¿ los que dicen que la voz del pueblo prima?, pero ¿si el pueblo no está informado? entonces se deja llevar por la mayoría y elige entre la candidata menos peor. Por un lado una que hizo popular la frase de meterse la alcaldía al poto y por el otro una que pretende oficializar el consumo de la marihuana, como si tuviese el suficiente poder para si quiera proponerlo, pero la gente no sabe.
Pocas son las personas que hicieron un verdadero balance analizando las posibilidades de desarrollo de Lima y eligieron su voto a conciencia, no dejándose llevar por simpatías ni propuestas ostentosas e increíbles. Y muchas son las que lo hicieron por temor a revivir épocas que quisieran que se quede en la historia o porque prefieren la modernidad al caos total. Pero hubieron más candidatos, más programas y más posibilidades de cambiar el rumbo de la capital; lástima que hubieron pocos que pudieron darse cuenta y asistieron este 3 de octubre a dar su voto con una visión del futuro más real y consciente de que su voto sirve de reflejo del pensamiento y cultura de la población.
Pero todo no ha terminado, la responsabilidad de cada uno puede reivindicarse el próximo año en las elecciones presidenciales, en las que se decidirá el futuro de todo el país. Allí no hay nada de moda ni elecciones superfluas. Solo queda informarse bien y decidir junto al resto de habitantes el futuro de los próximos cinco años que pueden ser decisivos para todos.
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