Ya lo había visto. Pobre, estaba en el suelo tan lindo como él mismo, tan sonriente, tan artistico. Lo vi, pero no podía hacer nada, mi reducido espacio no lo permitía. Pasaban los minutos y llegaba en final, pero no tenía posibilidades, mi reducido espacio no lo permitía. Pasaban los minutos y llegaba la hora del final, pero seguía sin poder hacer nada. Él se quedaría allí, frío y sucio; muy distinto a como lo dejé. Estaba de espaldas, pero yo sabía que era él. No podía hacer nada y comenzaba a desesperarme. Pero respiré profundo y evalué el caso. Él estaba allí abajo y yo no podía hacer nada, tan solo mirarlo. Y así me despedí con un adiós eterno. Ya nunca lo volveré a ver, pasará a ser parte de las atrocidades de la vida. Será de la nada, de la vida, pero ya no mío. Ese día se fue y no volveré a verlo... Hasta que decida otra vez, hacer física mi fantasía.
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